7 de Diciembre del año en curso. Me despierto con una alegría indescriptible. Siento que mi pecho va a estarllar a causa de los acelerados látidos de mi corazón.
Desde mis calurosos aposentos escucho la algarabía de los indefensos mortales por conseguir cualquier material que ya no les sirva: libros rotos, ropa agujereada y todo aquello que para ellos pueda representar el pasado. Todos los desechos materiales y espirituales que puedan explusar de sus vidas será utilizado en mi contra. Que terrible.
Ya es medio día.
Decido salir de mi cómoda butaca para dar un paseo por la Ciudad de la Eterna Primavera, que dejará de ser tan «Eterna» en solo unas cuantas horas.
Observo la figura inocente de un niño y me acerco susurrando:
– Hola Oscarito, te noto triste y nervioso, ¿Qué pasa?
Oscarito siente mi presencia y nerviosamente dice:
– ¿Quién anda allí? ¿Quién me habla?
Tratando de entablar una amistad respondo:
– No te preocupes, no pasa nada… cuentame, ¿Qué te tiene pensando?