Leyendas de Guatemala: El Cadejo

Comienzo esta serie de Leyendas de Guatemala con el famoso Cadejo, muy conocido en el folklore guatemalteco.

«Mi amigo Juan Luis, el más querido de mis amigos y compañeros de la infancia, y colega mío de correrías en los dorados y desgraciadamente ya idos tiempos en que juntos seguimos nuestros estudios en el Instituto Nacional Central para Varones de Guatemala, hehco ya todo un hombre, como yo, vino a visitarme un día de tantos. Se arrellanó en uno de los amplios sillones Chesterfield que hay en mi sala de escritorio, encendió un cigarrilo «Tigre» y, sin decirme agua va, se le desató la lengua, contándome la siguiente historia:

-Vos debés recordar, sin duda, pues la parranda con que me despediste te costó serios regaños de tu viejo, que allá por el año 1921, tras las múltiples veces que me aplazaron en Algebra, me fui a trabajar a la finca «Heredia», que tiene tu tío Nacho en el departamento de Santa Rosa.. ¿Te acordás, viejito?

-¡Claro que me acuerdo! ¡Si hasta estuve dos domingos sin dalida por causa tuya…!

-Pues bien; allá me sucedieron hechos tan extraordinarios, que no me he atrevido a contar a nadie, porque vos sabés cómo son de águilas los muchachos para dar coba. Si ahora me atrevo a contártelo a vos, es porque considero que sos persona sincera y «traslas» mío, y como te he dado por escribir, quizás podás sacarle algún partido a esto que te voy a contar.

-Verás lo que pasó. Al no más llegar a la finca -vos te debés acordar bien de la casa, pues has ido a pasar muchas vacaciones allá-, una de mis primeras preocupaciones fue buscarme la mejor pieza. ¡No faltaba más! ¿Creés vos que yo iba a dormir igual que el adminstrador? ¡Seré pajuil! Para lograr tal fin, recorrí el viejo caserón de extremo a extremo, hasta que en el segundo piso, frente al corredor que tiene vista al potrero de las vacas paridas, encontré lo que buscaba: una pieza «de a petate» la misma en que dormía tu abuelito Chema.

Hice saber al mayordomo mi decisión de alojarme en ella, y le ordené que trasladara a ese lugar todos mis bártulos, entre los cuales iban mi Máuser y un revólver Smith y Wesson, legítimo, tan legítimo que cuando se le jalaba el gatillo, hacía «tric».

-¿A esa pieza, patrón? -me dijo el Chus, más asustado que si lo hubiera picado la cazampulga-. ¡Usted está loco! ¿No sabe, pues, que en ella se murió el finado patrón viejo, el tata de don Nacho, y que cuando alguno se va a dormir allí se le aparece el Cadejo? Meterse allí, patrón, es lo mesmo que puyar el hormiguero…

-¿El Cadejo? ¿Qué patrañas son esas, vos Chus? -le respondí.

-Adiós, pues, ¿cnque el patrón no sabe lo que es el Cadejo? Es verdad que el patroncito es «chanclecito» que viene de la capital y que por allá tal vez no si’aparece; pero yo que soy más costeño que el «palo jiote», ¡vaya si lo conozco! Con estos memos ojos que si’han de comer los gusanos lo vide una vez: es ansina de grande, tiene el cuerpo peludo como de chivo, con cachos de toro, ojos que echan chispas como los de los gatos de monte, cola de lión, echa espumarajos por la boca y lo sigue a uno con el pensamiento… Cuando anda nu’hace ruido, parece que si’arrastra…

Ante tan peregrina como exótica descripción, yo, espíritu cuya mentalidad está plena del más puro positivismo compteano, no pude hacer menos que sonreir y reiterar la orden de que se me instalara en esa pieza. ¡Tu tío Nacho, viejito, me había dado poderes de señor de horcas y cuchillo!

-Bueno, patrón -fue la respuesta-. Usté sabe lo qui’hace. Pero, por aquello de las dudas, li’aconsejo que se merque una daga de cruz, pues con ese fierro es con lo único que se puede ahuyentar al Cadejo. ¡No ve qu’es el mesmo Cachudo (hizo la señal de la cruz) desfrazado!

Por la noche, después de darle cuerda a mi Longines, de acondicionar mis vestimentas en la silla y de percatarme si habían dejado agua suficiente en la garrafa, me acosté. A la luz del quinqué, que despedía un penetrante olor a gas, me enfrasqué en la lectura de una novela de don Pepe Milla. «Los Nazarenos» eran, hermano.

Iniciaba la lectura del capítulo en que don Silvestre de Alarcón enseña a los iniciados el Santo y Seña, aquel de «malo Mori», al cual responden «Quan Phoedari», cuando, no se por qué extraña asociación de ideas -la lectura del bien escrito pasaje, tal vez-, vino a mi mente el recuerdo del Cadejo. Un intenso escalofrío recorrió todo mi cuerpo, hermano. Mas, al instante, sobreponiéndome a mis nervios excitados, continué la lectura.

«Don Silvestre exhortaba a los Nazarenos a ser fieles a su juramento», ta el pasaje que leía en ese instante, cuando escuché, nítido en el silencio de la noche, un ruido semejante al que hace un cuerpo pesado al arrastrarse sobre un entarimado. ¡Deben ser ratas!, pensé. Pero el ruido se hizo más fuerte, dándome la sensación de que se iba acercando. (¿Para qué te voy a engañar, viejito? Ya el susto me iba entrando en ese instante) Decidí, haciendo un gran esfuerzo de voluntad, levantarme e inquirir, como era natural hacerlo, la cusa que lo motivaba. Antes de hacerlo introduje la mano bajo la almohada para sacar mi «cuete», e iba a incorporarme cuando, al volver la vista hacia la puerta, en ella, ocupándola en toda su totalidad, estaba un cuerpo extraño y feroz, semejante al de un chivo grande y peludo, con cachos de toro y cola de león, echando espumarajos por la trompa y cuyos ojos, que eran dos brasas que echaba chispas, me miraban en una forma penetrante y aguda que no olvidaré jamás.

¡El Cadejo autentico, similar al del retrato que del mismo me habían hecho el Chus, estaba frente a mi!
¡Tuve aún alientos para intentar ponerme «las de hule» por la ventana, pero, no bien lo hube pensando, el Cadejo, que lo sigue a uno con el pensamiento, estaba frente a ella obstruyéndome el camino!

¡No supe más de mí! ¡Solo recuerdo que sentí los pies como de plomo y que di un grito feroz, salvaje! Cuando volví en mí, estaba rodeado por los mozos que, como vos sabés, duermen «jateados» y envueltos en sus «chamarras», en los corredores del primer piso. Uno de ellos, creo que fue el Chon Alméndarez, el mismo que nos enseñó a montar a caballo, contemplaba el potrero de las vacas paricas y les decía a otros:

-¡Mírenlo, muchá, allá va tu’avía el Cadejo! ¡El susto que le metió al patroncito…! ¡Bueno está que le pase eso a estos «chanclecitos» por meterse a faroleros y creer que con el «cachudo» se puede jugar…!

¡En efecto, viejito, en el potrero se divisaba una masa informe blanca, que caminaba lentamente!

-¿Entonces, Juan Luis, la daba de cruz no te sirvió de nada?

-Vaya si no, viejo, más tarde supe que con ella fue con lo que lo logró espantar el Chon Almendárez.»

Francisco Barnoya Gálvez

16 comentarios el “Leyendas de Guatemala: El Cadejo

  1. david dice:

    Yo pensé que en verdad a tu amigo «Juan Luis» le había pasado esto jajaja. Hasta despué vi que era una leyenda. Saludos mi canche, te espero acá en México recuerda.

  2. harold dice:

    que onda laca como estas muy buena leyenda y sierta que dios te bendiga…

  3. liliana dice:

    que fea esta pag

  4. […] Argentina Barcia conta como os Cadejos ajudaram ela a encontrar o corpo de seu pai falecido. No El Blog Chapin [Es], outra história arrepiante conta como os Cadejos apareceram para um trapaceiro da cidade que […]

  5. […] また、Elementalは「カデホ(Cadejos)」という悪魔の犬についても語っている。カデホは、透明の鎖を引きずりながら、暗闇から現れる。モジャモジャの髪の毛と巨大な牙を持ち、大きさは子牛くらいだ。炎が飛び散るような視線で、言うことを聞かない子ども、我がままな男、そして家畜までも脅かす。しかし、酔っぱらった男をLa Lloronaや泥棒から守り、無事に帰宅できるよう付き添うこともあるので、この恐怖は「優しさ」と捉えられている。しかし、グアテマラでではまた違って、白い犬と黒い犬がいるとされている。白い犬は、一緒に歩く人を守ってくれる。Deguate.comのMrs. Argentina Barciaは、白い犬に連れられて、父親の死体を発見できたと言う。El Blog Chapinは、カデホが田舎に泊まっていた都会の男性の前にあらわれた怖い話しをして、地元の人が語る超自然の警告には、十分耳を傾けるように、とアドバイスをしている。 […]

  6. […] dia mitantara ny fomba nanampian'ilay Cadejos azy ireo hitady ny fatin-drainy. Ao amin'ny El Blog Chapin misy tantara iray hafa mampivarahontsana momba ny fomba nitrangàn'ny El Cadejos tamina mponina […]

  7. cindy dice:

    si esta bien products neta deben centrarse mas en el tema xfis grax
    bye

  8. ana dice:

    si esta bien mi querida guate pero mucha casaca

  9. CESAR dice:

    BUENO ESTAD

  10. Lauriitha dice:

    oooooooo yo no queria algo q le paso a algien sino la verdadera leyenda

  11. juan dice:

    que chilero

  12. San Jeronimo dice:

    buen trabajo, rescatar nuestras tradiciones orales

  13. armando dice:

    no ay ni una leyenda para que jodidos

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